En época de los zares, era un enorme imperio que se extendía por los continentes europeo y asiático. Estaba formado por un conglomerado de pueblos y nacionalidades sometidas al poder imperial del Zar. Contaba con una población no uniforme, compuesta por mayoría eslava, entra la que destacaban los rusos, que imponen, su lengua, la religión ortodoxa y su administración, al resto de pueblos a los que tienen sometidos. El resto de eslavos tenían un idioma, cultura y religión distintos, y destacando los lituanos, polacos, estonios, ucranianos, entre otros. Era un país atrasado en económica, social y políticamente. Sin embargo, desde el punto de vista internacional, ejercía el papel de gran potencia militar.
Desde el punto de vista económico, la industrialización es muy débil. La agricultura sigue siendo la base de la economía; el atraso se demuestra en el hecho de que el feudalismo ha desaparecido de manera oficial hace tan sólo cuarenta años, a cambio los campesinos deben pagar por la tierra una gran cantidad de dinero al Estado y a los terratenientes, de forma que en 1914 el 80% de la población seguía viviendo de la agricultura. Esta situación tenía bastante que ver con la pervivencia del antiguo régimen en Rusia, donde la servidumbre se había abolido en 1861, aunque buena parte del campesinado seguía aún ligado a la tierra que trabajaba. La mayoría del campesinado vivía en la pobreza, siendo mayoritariamente jornaleros o pequeños arrendatarios, lo que contrastaba con un reducido número de grandes terratenientes con inmensas propiedades y un grupo algo más amplio de campesinos ricos (kulaks).
Por su parte el desarrollo industrial fue tardío y lento, no iniciándose un impulso del mismo hasta 1880, que empieza a construirse el ferrocarril, siendo el motor del proceso industrializador ante la elevada demanda que de material, mano de obra e inversión, desarrollándose en áreas muy localizadas, en torno a grandes ciudades o que contaba importantes yacimientos minerales. Esto, dio origen a la creación de grandes fábricas que albergaban a multitud de trabajadores, desarrollándose en tres campos: minería, fundición y astilleros.
Políticamente el país se rige por un sistema de autocracia zarista. La soberanía recae de forma plena en el zar, sin que éste tenga ninguna cortapisa a su poder, no existiendo ningún órgano representativo ni asesor del Zar. Los partidos políticos estaban prohibidos y cualquier oposición era duramente reprimida. Este poder del Zar se basa en la obediencia que le profesan tanto la nobleza como la Iglesia Ortodoxa, sometidas ambas a su poder. El Zar dispone, además, de un enorme ejército con el que imponer sus decisiones, una burocracia muy centralizada para gestionar la administración y un fuerte aparato represor mediante una “policía política”.
El llamado “socialismo utópico” en Inglaterra de la mano de Robert Owen, que tiene su correlato en Francia con Henri de Saint Simon, socialismo de carácter más paternalista que revolucionario, tremendamente pragmático al propugnar reformar las condiciones morales y económicas de los obreros, a la par que empezaban a diseñar una teoría social en torno a los trabajadores. La teoría marxista consideraba que el siguiente paso en la evolución era que los obreros tomasen el poder para cambiar la situación (algo que según Marx se produciría de forma natural por las contradicciones del capitalismo) surgiendo por toda Europa diferentes movimientos socialistas e intentos revolucionarios. Sin embargo será en Rusia donde la revolución consiga su objetivo de controlar el poder, acabando con el Zarismo y con una incipiente experiencia liberal, dando origen a la URSS controlada por el partido bolchevique, que se mantuvo hasta principios de los 90, cuando las contradicciones internas del sistema comunista soviético hicieron que la antigua potencia se derrumbase.